sábado, 10 de mayo de 2008

Un siete es un siete.


Cuesta sacarse sietes en la U. Más aún en ramos de redacción, donde las revisiones son extremadamente meticulosas. Luego de muchos intentos, logré llegar a la tan ansiada nota con un pequeño artículo periodístico escrito medio en broma, medio en serio.
El tema es muy sencillo: los zapatos. ¿Quién no ha tenido alguna historia relacionada con zapatos? Todos los usamos, al menos. Creo que por ello es fácil identificarse con el texto. En fin, juzguen ustedes mismos.



“Calzadismo” o la dictadura de los pies

Resulta cómico observar la adicción que provoca en las mujeres el tema de los zapatos. Pareciera ser que a veces prefieren el cuero sintético antes que el masculino. “No sé, huevón. Por mí andaría a pata”, señala un exponente del sexo fuerte por ahí. Y es que es cierto que a todos los hombres nos da más o menos lo mismo el asunto.
Recuerdo cuando me dio por comprar zapatillas con motivos a cuadritos. Son zapatillas de lona, de esas ordinarias que se terminan doblando y descosiendo hasta por la suela y que hoy gracias a las tribus urbanas las vemos por todos lados. En ese entonces en Chile no las pescaban ni por si acaso y me costó un mundo encontrarlas. Cuando las vi en una vitrina en Santiago, ¡oh, milagro! Saqué de mi billetera las miserables cinco lucas que valían (el costo es en realidad moral, al saber que estás patrocinando el encierro de mil niños vietnamitas en una fábrica para unir suelas con pegamentos de alta toxicidad) y la sonrisa en la cara no me la sacaban ni con un palo en la cabeza.
Creo que fue la única vez que pude dimensionar apenas un atisbo de ese fanatismo femenino por el calzado. Las dichosas zapatillas a cuadritos no las dejaba ni por si acaso. Un día de invierno llovía a cántaros y aún recuerdo la cara de horror de mi madre mientras me decía “¿y tú estás loco que pretendes salir con esas mugres de zapatillas?”. Fin de la discusión. Indiferente, me despedí agitando mi mano y salí a chapotear con mis regalonas de cuadritos. Está demás decir que mis calcetines quedaron hechos una sopa.
Y es que todos hemos tenido una zapatillas o zapatos regalones. Quizás fueron esos bototos de colegio negros que nuestras madres los lustraban hasta encandilarte. Tal vez te decantaste por las ya clásicas alpargatas Iberia. ¡Quién no las usó a principios de los noventa! ¿O también fuiste uno de esos que cayó en la moda de las zapatillas deportivas “con aire”? ¿Para qué servía? Nunca lo supimos, igual eran más duras que la cresta, ¡pero andábamos a la moda! Y eso lleva al olvido cualquier tipo de incomodidad.
Seguiremos sin ponernos de acuerdo sobre la importancia de esta prenda de vestir. A fin de cuentas es una discusión de lo más trivial. ¿A quién le importa? Vive la différence.

3 comentarios:

Luis Burgos dijo...

Las zapatillas de cuadritos las encontraba feisimas. Cuando las veía en un amigo, no entendía por que cresta usaba esas zapatillas que parecían cualquier cosa. Era el único que las usaba, y siempre llamaban la atención.
Hasta que fui a EEUU y las compré. No me preguntes por qué lo hice. Al ponermelas, me gustaron demasiado.
Llegué a Chile y hasta mi vieja tenía unos puestos. Siempre me quedo en el grupo grande, nunca puedo innovar.

Andy dijo...

no pude evitar reirme, pese a que nunca me he sentido atraida por los zapatos, debo reconocer que tengo 6 pares de zapatillas, lo que es bastante si consideras que solo me gustan 2 xD

zapatos zapatos...
me quedo con las pantuflas XD

Miel dijo...

Muy buen articulo, merecido siete. Pero debo decir a mi defensa (y de tantas) que en estos tiempos ya no solo es una adicción femenina, los hombres están incursionando en el terreno de la adicción a la moda (y de paso a los zapatos), sin negar que me menor número.
Por ultimo, la verdad puede ser peor aún...por ejemplo, aún tengo unas a “cuadritos” rosadas, con las que me duelen mas que la cresta los pies si camino largas distancias (lo que ago casi siempre), pero que importa, porque se ven "la raja".
Saludos!